filip bossuyt from Kortrijk, Belgium, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons

En un deporte conocido por llevar el cuerpo al límite absoluto, hay una prueba que destaca sobre las demás. Una carrera en la que ningún talento ni entrenamiento puede evitarte el dolor aplastante al final. Una combinación de técnica, velocidad y resistencia. Una carrera al límite entre la filosofía y el coraje. Bienvenidos a la belleza y la brutalidad de los 400 m.

Los 400 m es sólo una vuelta a la pista. No es exactamente una distancia intimidante. ¿Cómo puede ser posiblemente la prueba más difícil del atletismo? Por un lado están los desafíos en las distancias medias y largas, aquéllas que requieren una capacidad aeróbica masiva, concentración prolongada, tácticas de carrera…Lo que pasa con esas carreras más largas es que dejan espacio para momentos de ritmo para recuperarse. Incluso una zancada o dos realizadas de manera menos imperfecta. Incluso puedes tener tiempo para animar a la multitud. Luego están los sprints más cortos. Aunque requieren precisión técnica, una cantidad enorme de potencia y prácticamente no dejan margen de error, simplemente se terminan demasiado rápido. Éstos someten al atleta a una explosión momentánea, no a una lucha prolongada.

Los 400 m técnicamente es un sprint largo y en la práctica es un teatro de dolor incluso al más alto nivel.

LA SALIDA

En cualquier evento más largo que los 400 la salida es bastante normal, con un rápido desplazamiento hasta la línea de meta, una breve pausa y listo. La salida de los 400 es mucho más complicada, ya que implica uno de los elementos más técnicos de este deporte: la salida de tacos. En los 400 no se puede ganar la carrera desde la salida, pero sí se puede perder. ¿Qué hace que la salida de tacos sea tan difícil?

En primer lugar, una buena salida de tacos requiere una técnica precisa que adquirimos tras cientos, si no miles, de horas. Hay que tener en cuenta los ángulos del cuerpo, el momento de aplicar la fuerza, la trayectoria del pie trasero, la distancia del primer paso…

Además, está la exigencia física absoluta. Desde un punto muerto, los atletas tienen que impulsar su cuerpo hacia adelante creando una enorme fuerza lineal.

Y, por supuesto, también está el componente mental: la reacción instantánea al pistoletazo de salida y, después, la amenaza siempre presente de una salida en falso.

Es una carrera que empieza con presión inmediata. Luego las cosas se complican.

FASE UNO: 0-50 M

Así que el quid de la carrera se reduce a uno de los pocos hechos indiscutibles en el atletismo, que es “Ninguna persona en el planeta puede correr los 400 metros a toda velocidad desde el principio hasta el final”. La razón es que todo se reduce a cómo el cuerpo crea energía y la forma en que lo hace durante los 400 metros es la más dolorosa. Una manera fácil de entenderlo es que tienes tres sistemas de energía para impulsar el movimiento. Funcionan en un continuum y hay diferencias individuales. Pero no importa lo que pase. Cuando la intensidad es alta, la energía tiene un precio.

Durante los primeros 50 m de la carrera, el cuerpo utiliza energía inmediata almacenada en forma de ATP y fosfocreatina. Piensa en esto como la versión corporal de un cohete de refuerzo rápido y breve. Esta energía es rápida e intensa, pero de muy corta duración. Por lo general, se expande en los primeros 6 a 10 segundos. Por eso, al comienzo de la carrera los atletas la liberan, empujando desde el 90 al 100 % de su capacidad máxima desde el inicio.

FASE DOS: 50-200 M

Después del arranque inicial, los corredores pasan a una fase en la que mantienen una velocidad alta, pero no máxima, por lo que ahora pasamos a la segunda fuente de energía, llamada glucólisis anaeróbica. A medida que se crea este combustible tenemos lactato y los iones de hidrógeno asociados, a los que para simplificar nos referiremos simplemente como ácido láctico. Este subproducto hace que los músculos se quemen y perjudica su funcionamiento. Si se trata de un sprint más corto, como los 100 ó 200 m, esto no es un problema.

La carrera termina mucho antes de que el ácido láctico se convierta en un factor. Aquí es donde la estrategia en los 400 metros es primordial. Si vas demasiado rápido demasiado pronto, acumularás ácido láctico mucho más allá de lo que el cuerpo puede manejar. Tampoco puedes bajar el ritmo tanto. Por lo tanto, debes mantener un ritmo cercano al máximo sin agotar tus reservas porque al final de esta fase sólo estás a mitad de camino.

FASE TRES: 200-300 M

Aquí es donde entra en juego el tercer sistema energético: la glucólisis aeróbica. Se trata de un cambio desde una producción de energía rápida pero limitada a un proceso más eficiente que puede soportar una resistencia prolongada. Pero una vez más hay un problema: la energía aeróbica no se crea tan rápido, lo que significa que se avecina una crisis energética. La demanda de energía pronto superará la oferta, lo que preparará el escenario para un espectáculo intenso de límites fisiológicos en la fase final de la carrera.

FASE CUATRO: 300-400 M

En la cuarta etapa todo se reduce al caos, sobre todo si no lo has hecho bien en las otras fases. Pero incluso si lo has hecho bien en las otras fases, la recta final sigue siendo el infierno en la Tierra, como asevera cualquiera que haya corrido la carrera.

En este punto el cuerpo está a punto de agotar sus reservas de energía anaeróbica. El cuerpo intenta llenar los vacíos de energía con más energía aeróbica, pero como es un proceso más lento, le cuesta cumplir con las demandas inmediatas e intensas del sprint. Y la acidez creciente en los músculos no sólo provoca un dolor agonizante, sino que también comienza a perjudicar la función muscular.

Aquí es donde comienza la verdadera batalla mental. No se trata de tácticas, sino de coraje. La recta final no es sólo una carrera contra competidores. Es un duelo entre el deseo de un atleta de triunfar y el deseo abrumador de aliviar el dolor. Este crisol, este intenso enfrentamiento entre el corazón y la mente, es lo que define la esencia de los 400 metros.

Referencias bibliográficas:


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