En la carrera de velocidad la forma hace a la función. ¿Qué quiere decir esto? Significa que la técnica del sprint es altamente dependiente de las diferencias en el balance muscular entre músculos agonistas y antagonistas.

Kelly Baggett distingue en su libro “No-Bull Speed Development Manual” dos tipos de corredores en función del predominio de un grupo muscular u otro, con sus consecuentes implicaciones en la biomecánica del sprint.

Por un lado habla de los corredores de puntera, que son aquéllos en los que los principales motores del movimiento son los glúteos e isquiosurales. Estos atletas se caracterizan por tener una zancada agradable, suave y poco ruidosa en el que el contacto contra el suelo recae sobre la zona del metatarso de los pies. Este apoyo sobre el metatarso permite aprovecharse del ciclo de estiramiento-acortamiento (CEA) que se produce sobre el tendón de Aquiles, el cual almacena energía elástica que es devuelta en forma de fuerza reactiva durante el retorno a su longitud inicial; todo esto se traduce en poder realizar una mayor amplitud de zancada. Durante el momento del apoyo se observa poca flexión de la rodilla, y sin la apariencia de estar realizando muchas flexiones y empujes. Su pie tiende a contactar con el suelo justo por debajo de su centro de gravedad, manteniendo el tronco bien erguido durante la carrera a máxima velocidad.

Por el otro lado el autor hace referencia a los corredores de talón, que son aquéllos que destacan por tener unos cuádriceps excesivamente desarrollados en comparación con sus isquiosurales, o una cadena posterior débil en comparación con la anterior. Su zancada se tiende a caracterizar por ser muy ruidosa por el hecho de impactar contra el suelo por medio del talón, realizando mucha flexión de la rodilla y mucho empuje. Esta flexión de la rodilla y apoyo con el talón se debe a un esfuerzo del atleta por utilizar sus cuádriceps predominantemente más fuertes que su grupo muscular antagonista. Cabe destacar que el contacto sobre el talón impide que el tendón de Aquiles se pueda favorecer del CEA, lo cual implica no poder realizar una gran amplitud de zancada de manera natural. Además, estos atletas también tienden a contactar el pie por delante de su centro de gravedad, inclinando el tronco hacia adelante durante el desarrollo de la carrera. Correr de esta forma aparte de ser poco efectivo, aumenta mucho el riesgo de lesiones.

Volviendo al principio y recordando que en el sprint la forma hace a la función, se concluye que para que la técnica y la función sean óptimas, la zancada en la carrera de velocidad debe ser dominante de cadena posterior. Es decir, los glúteos e isquiosurales junto a la musculatura paravertebral y los músculos de la espalda deben predominar sobre los músculos de la parte anterior del cuerpo para permitir que la zancada se realice con la cadera como principal articulación del movimiento y con el metatarso como punto de apoyo del pie sobre el suelo, en contraposición a la rodilla y el talón respectivamente. Sólo así se conseguirá tanto la eficiencia como la eficacia en el movimiento.

Mientras la mayoría de la población dispone de un ratio de tamaño en el balance entre isquiosurales y cuádriceps de 3:7, en los velocistas de élite este ratio es de 6:4 a favor de los isquiosurales, lo cual dice mucho del papel que juegan los músculos de la región posterior del muslo durante la zancada en las carreras de velocidad.

El mismo autor también hace otra clasificación de los corredores que no deja de ser redundante y se superpone a la anterior: corredores de cadera y corredores de rodilla.

  • Los corredores predominantemente de cadera corren a través de la contracción de sus glúteos e isquiosurales. Sus zancadas son mucho más suaves y silenciosas y parece como si corrieran sobre las puntas de sus pies, es decir, contactan con el metatarso.
  • Los corredores predominantemente de rodilla presentan mucha activación de sus cuádriceps, flexionan mucho la rodilla de su pierna de apoyo y tienden a correr sobre sus talones. Esto hace que hagan mucho ruido en su zancada.

Una vez más debemos buscar el protagonismo de la cadera para conseguir tanto la eficiencia como la eficacia en el movimiento de la zancada y ello lo dará el predominio de una gran cadena posterior.

Con todo esto, es seguro que te acabes preguntando lo siguiente: “¿Es posible que un corredor de talón pueda cambiar para ser un corredor de puntera?” O lo que casi es lo mismo: “¿Es posible que un corredor predominantemente de rodilla se convierta en un corredor de cadera?” La respuesta es sí. Todo se trata de corregir los desequilibrios musculares que existen ya que no deja de tratarse de un problema postural.

La cuestión es que hace falta tiempo para hacer esta corrección postural y el deportista también debe dejar de competir o incluso de entrenar haciendo sprints durante ese tiempo. Todo esto se debe a que si nos ponemos a correr a la máxima velocidad mientras estamos corrigiendo nuestros eslabones débiles para modificar nuestro cuerpo a nivel biomecánico, seguiremos haciéndolo involuntariamente con la misma técnica de siempre ya que nuestro cerebro la tiene muy asimilada y automatizada de tanto repetirla toda la vida. Cabe destacar que al correr muy veloz nadie se pone a pensar de forma consciente en su técnica de carrera e influir sobre ella, porque sino se deja de ir rápido ya que el atleta pierde su foco de pensamiento en este objetivo. Por tanto, también hay que reeducar a nuestro sistema nervioso a través de ejercicios de asimilación técnica para que se formen nuevas conexiones neuronales que hagan que la nueva forma de esprintar salga de forma natural.

El problema es que muchos entrenadores de atletismo, preparadores físicos y profesores de educación física carecen de conocimientos sobre kinesiología, biomecánica e higiene postural, algo que bajo mi punto de vista me parece hasta negligente. Este desconocimiento, unido a la creencia de que el talento siempre es innato y a la mentalidad cortoplacista que tanto caracteriza a las sociedades occidentales, hace que se quieran a los atletas ya formados y no se invierta tiempo en querer mejorar a aquéllos que presentan deficiencias a nivel postural y técnico. La falta de deseo por indagar en la causa de los problemas de estos últimos conduce a que ellos se crean el hecho de que nacieron así y siempre lo serán, sin posibilidad de cambiar, lo cual lleva a la frustración con el más que probable consecuente abandono de la práctica deportiva. El resultado es la pérdida de atletas que habiendo corregido sus defectos podrían mejorar y, hasta quien sabe si mostrar mucho talento para destacar, en este caso, en las carreras de velocidad o en otros deportes en los que la velocidad es la cualidad física más importante para triunfar.

Referencias bibliográficas:


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